jueves, 5 de agosto de 2010

Origen de la vida


Para hablar del origen de la vida, tenemos que tomar en cuenta las diferentes filosofías que existen, ya que cada una tiene su manera de proponer el origen, tanto del universo como de la vida. Esto, para no hablar desde un punto de vista restringido, pero quiero aclarar que mi propuesta,es, una perspectiva personal, desde la fe en la Revelación, comunicada por Dios a través de los escritores sagrados.
Si pensamos en el origen de la vida, debemos pensar primero en el origen del universo, puesto que la vida, no se puede imaginar sin un soporte. Por lo tanto, hablaremos someramente del origen del universo, ya que mi finalidad, es poner a tu consideración, el origen de la vida.
Tomo en cuenta los conceptos de algunas personalidades, según sus pensamientos filosóficos, teológicos y científicos, pero como no es un tratado sobre el tema, seleccioné los que, a mi juicio, resultan más pertinentes. No es que sean menos importantes los que dejé fuera, sino que el espacio para ello es otro.

El origen del universo según el punto de vista de algunos autores

ISAAC NEWTON sugirió que, el Sistema Solar, al igual que el universo, pudo originarse de una nube de gas y polvo que se condensó lentamente, bajo la atracción gravitatoria. A medida que las partículas se aproximaban, el campo gravitatorio se habría hecho más intenso y la condensación se habría acelerado, hasta que al fin la masa se colapsó para dar origen a un cuerpo denso, incandescente –el Sol–, a causa de la energía de la contracción.
Ahora bien, ¿cómo puede ejercer el Sol su atracción sobre la Tierra, a través de millones de kilómetros de espacio vacío? Hasta 1913 no se pudo dar una respuesta satisfactoria a esta interrogante; cuando apareció, resultó ser una modificación de la teoría de Newton, hecha por ALBERT EINSTEIN, hombre excepcional, gloria y honra de la ciencia matemática del siglo XX. Su idea se denomina ‘Teoría de la Relatividad’. No negaba la Ley de la Gravitación Universal de Newton, pero sí proporcionó algunas ideas nuevas sobre la naturaleza exacta de la gravedad.
Einstein era amigo de dar ejemplos sobre la relatividad del tiempo y el espacio; uno de ellos decía que, si se tiende un cable alrededor de la Tierra, a la persona que lo sostuviera sobre la superficie le parecería recto, hasta donde lograra verlo; no sabría que forma una curva y así, no podría decir con sólo mirarlo que la Tierra es redonda. Detalles como éste –afirmaba Einstein– nos evidencian pequeños indicios de que «todas las cosas son relativas» y que «las cosas no son forzosamente lo que parecen».

Más sobre la teoría relativista o del Big-Bang

En 1755, el filosofo alemán MANUEL KANT publicó su teoría del firmamento, en la que postulaba la existencia de una inmensa nube primitiva, turbulenta y fría, de polvo y gas.
Los astrónomos actuales aceptan fácilmente esta hipótesis. Sus telescopios modernos, extraordinariamente potentes, descubren nubes de polvo, remotas y oscuras, flotando entre las estrellas y galaxias, parecidas a la nube turbulenta de la teoría, aunque no frías.
En 1929 se descubrió que las galaxias se estaban alejando de nosotros, y que entre más distantes, estaban separándose más de Júpiter, como si el universo estuviera en expansión.
En 1948, GEORGE GAMOW propuso que el universo se formó a partir de una explosión gigantesca; los elementos químicos que hoy existen se produjeron durante los primeros instantes. La inimaginable densidad de la energía y materia colapsadas se expandió rapidez y fue enfriándose. La gran explosión (big bang en inglés) habría ocurrido hace 15 mil millones de años; el universo primitivo se habría parecido a una esponja, formado por agujeros y filamentos de galaxias enlazadas por la atracción de la gravedad.
En 1948 se predijo la existencia teórica de un fondo de radiaciones de microondas uniformes en todas sus direcciones, siendo esto una huella energética del Big Bang.
Después del Big-Bang, el universo sufrió un periodo de expansiones originadas en nuevas explosiones, dando origen a más galaxias.
El Big-Bang se produjo cuando hubo un momento en que el conglomerado de masa y energía se volvió infinitamente denso y caliente, es decir, alcanzó un «punto cero», no mayor que un átomo o una partícula subatómica que explotó a una temperatura de un trillón de veces mayor que la que existe en el núcleo del Sol. Las masas expulsadas fueron creciendo y aglomerándose en materia, hasta dar origen a las estrellas, y de las partes que se les desprendían se originaron los planetas, distribuyéndose así, en el caso del Sistema Solar: Júpiter con Mercurio, Saturno con Venus, Urano con Tierra, Plutón con los asteroides, Neptuno con Marte, y así, permanecen hasta hoy.
En mi particular opinión, no es que el universo no existiera antes del Big Bang, y no se agrandó por las explosiones, sino que las explosiones llenaron ese infinito espacio vacío.

Teoría de Laplace

PEDRO SIMÓN LAPLACE, supuso la existencia de una masa gaseosa incandescente, dotada de un movimiento de rotación. Al disminuir su tamaño, aumentó al mismo tiempo su velocidad; este movimiento, originó desprendimiento de anillos en su región ecuatorial. Estos anillos se condensaron en forma de esferas que dieron origen a los planetas. Los planetas, al seguir girando, desprendieron anillos que formaron satélites.

La explosión del universo según Edwin Hubble

Esta teoría considera que el universo se expande sin cesar y que constantemente se crea materia nueva, por lo cual el universo cambia constantemente de tamaño.

Teoría del universo inflacionario de Halan Guthe

Explica que el universo, tuvo un crecimiento hiperexplosivo, siguió hinchándose hasta formar un universo más hinchado y después se expandió en forma más lenta.
Cuando se investiga el origen de nuestro planeta, es necesario al mismo tiempo hallar una explicación para el Sistema Solar, porque el pasado de la Tierra se encuentra ligado estrechamente a la historia de sus vecinos más inmediatos.

Leyes de Kepler

Fue KEPLER quien descubrió las grandes leyes según las cuales cada planeta se mueve en el espacio. Su descubrimiento es de los más grandes y sorprendentes de todos los tiempos, porque permite calcular exactamente dónde estará cualquier planeta en un momento determinado, por muchos miles de años que puedan transcurrir.
Las tres grandes leyes de Kepler parecen bastante simples:

1. Todo planeta viaja alrededor del Sol, no en círculo, sino en elipse, ocupando el Sol uno de los «focos» de ésta.
2. Su velocidad aumenta al acercarse al Sol y disminuye al alejarse; pero sea cual fuere su velocidad, el radio vector (una línea recta trazada entre el planeta y el Sol) describe siempre áreas equivalentes en tiempos iguales.
3. El tiempo que tarda un planeta en girar alrededor del Sol, depende de la distancia que los separa de aquél, o, dicho con más exactitud, el cuadro del tiempo de revolución de un planeta es igual al cubo de su distancia media del Sol.

Origen del Sistema Solar

Innumerables son las teorías propuestas para explicar el origen del Sistema Solar. Una de ellas supone que éste nació por el acercamiento al Sol de una protoestrella, y de las porciones que se le desprendieron más tarde se formaron los planetas.
Otra teoría, que ha ganado adeptos rápidamente, sostiene que el Sistema Solar se originó en la explosión de una supernova. Según los astrónomos, las supernovas son estrellas muy raras, cuya brillantez es un billón de veces mayor que la de las estrellas comunes (¿acaso la estrella de Belén, que según cuenta el nuevo testamento sobre el nacimiento del Mesías, fue una supernova?). El caso es que después de estudiar un grupo de estrellas jóvenes en donde existió una supernova, se ha llegado a la conclusión de que tan terrible explosión bien pudo comprimir el gas interestelar y formar protoestrellas muy semejantes al Sol.

Origen de la Tierra

Actualmente son muchos los científicos partidarios de la teoría de que una protoestrella (el Sol) emitió una nube de polvo y de gas que poco a poco fue condensándose, de manera que los materiales pesados formaron el núcleo de los planetas y los ligeros, como los gases, se dirigieron a la corteza.
Cuando la Tierra alcanzó cierta masa, su fuerza de gravedad le permitió retener los gases que constituyen la atmósfera. Por otra parte, las enormes presiones del núcleo generaron una temperatura capaz de fundir rocas e iniciar una intensa actividad volcánica. Entre los gases acumulados en aquella atmósfera naciente, se encontraba vapor de agua. No tardaría mucho en producir la lluvia, formando así los océanos.
Según algunos científicos, esto siguió cuatro etapas:

a) Se supone que en un principio la energía y la materia estaban dispersas en el espacio, pero debido a la fuerza de atracción, las partículas de la materia se acercaron y tomaron una nube.
b) La nube continuó contrayéndose, con energía y materia que cada vez estaban más condensadas; por consiguiente, aumentó la temperatura hasta desembocar en una gran explosión, el llamado Big-Bang.
c) La energía liberada provocó que la materia se dispersara por todo el espacio, y al disminuir la temperatura dio origen a las sustancias más simples conocidas, los elementos químicos.
d) Al dispersarse, la energía y la materia formaron las estrellas o soles y los planetas, los que conformaron conjuntos llamados ‘galaxias’, que contienen millones de estrellas. Una de estas galaxias es la Vía Láctea, donde se encuentra nuestro Sistema Solar.

ALEXANDER OPARIN y HALDANE sostienen que, antes de aparecer sistemas vivientes, debieron desarrollarse en el ambiente químico de la Tierra proteínas, carbohidratos, grasas y ácidos nucleicos, sustancias básicas que consituyen a los seres vivos. Esta teoría se divide en seis partes:

1. Se forman las proteínas y ácidos nucleicos.
2. Se unen y forman macromoléculas.
3. Evolucionando, forman una unidad definitiva.
4. Forman un organismo viviente con capacidad reproductiva.
5. Aparece la ‘selección natural’, que determina el desarrollo evolutivo hacia formas más complejas.
6. Las formas vivientes complejas evolucionan hasta ser autosuficientes.

Teoría de la generación espontánea

Los clásicos griegos TALES DE MILETO, ANAXIMANDRO y ANAXÍMENES sostenían que la vida podría surgir por sí misma del agua del mar o por la combinación de los que entonces se consideraban ‘elementos’: aire, fuego, agua y tierra, así como los elementos combinados formaban todo el universo.
ARISTÓTELES, también griego, propuso que tendrían origen espontáneo gusanos, insectos y peces; decía que nacían de interacción entre la materia viva y la inerte.
Esta teoría fue considerada válida en amplios sectores y hasta la época moderna, cuando FRANCESCO REDI (siglo XVII) propuso que los gusanos que infestaban la carne no nacían por sí mismos, sino de huevecillos depositados moscas.
Redi y SPALLANZANI (siglo XVIII) demostraron que gusanos, insectos e infusorios no nacen por generación espontánea, y LUIS PASTEUR (siglo XIX), además de demostrar la existencia de los microorganismos, estableció que tampoco las bacterias se generan espontáneamente... Actualmente sabemos que ni los ultravirus, si es que existen, se generan espontáneamente.

Teoría cientificista del origen de la vida

Las células más primitivas que se formaron en la Tierra, fueron probablemente sencillos esferoides proteicos. Estas estructuras simples carecían de la detallada organización interna de los seres unicelulares. Los experimentos demuestran que, efectivamente, una suspensión de proteínas en agua, calentada y agitada bajo ciertas condiciones, forma minúsculas esferas aproximadamente del mismo tamaño que una célula, contenidas por una membrana semipermeable.
Delimitados por esta membrana, los sistemas polimoleculares fueron capaces en algún momento de interactuar con el medio circundante, mediante un modelo de metabolismo primitivo que se manifestaba como la simple absorción de nutrientes. Después desarrollaron la capacidad de crecer y dividirse, convirtiéndose en protobiontes (‘antecesores de los seres vivos’), que Oparin designó con el nombre de ‘coacervados’.
Los coacervados representarían la transición entre los compuestos orgánicos y las primeras formas vivientes. Es importante resaltar la función desempeñada por la membrana que envolvía y protegía al sistema polimolecular, ya que le facilitó el intercambio de materia y energía con el medio externo, al tiempo que proporcionaba el sostén del conjunto.
Más tarde, posiblemente mediante sección natural, los protobiontes desarrollaron un metabolismo más eficiente, gracias al desarrollo de estructuras internas más complejas, evolucionando en los primeros organismos unicelulares o eubiontes, los cuales debieron nutrirse de forma heterótrofa (absorbiendo nutrientes del medio) y poseer respiración anaerobia, es decir, sin presencia de aire.
En resumen, la acción de los diferentes tipos de energía sobre las sustancias presentes en la superficie de la Tierra, provocó que a partir de sustancias inertes se sintetizaran abióticamente, es decir, sólo mediante procesos fisicoquímicos, moléculas sencillas o monómeros de compuestos orgánicos, como aminoácidos, monosacáridos, ácidos grasos y bases nitrogenadas, cuya concentración en los mares originó la formación de lo que se ha dado en llamar «la sopa primigenia», un caldo caliente y diluido rico en compuestos orgánicos, de los que su vez derivaron las formas vivas.

Aportaciones de Stanley Miller y Harold Urey

En 1953, bajo la dirección de HAROLD C. UREY, de la Universidad de Chicago, STANLEY MILLER construyó un aparato que simulaba las condiciones que –se cree– tenía la Tierra cuando se originó la vida.
Por el interior del aparato y sin presencia de oxígeno, hizo circular una mezcla de gases de metano, amoniaco, vapor de agua e hidrógeno. Como fuente de energía, se aplicaban periódicamente descargas eléctricas en forma de chispas, provenientes de un par de electrodos, simulando de esta manera los rayos del ambiente primitivo de la Tierra.
Al término de una semana, en la mezcla gaseosa se encontraron moléculas orgánicas, como cetonas, aldehídos, ácidos carboxílicos y, más importante aún, aminoácidos. Como se sabe, los aminoácidos constituyen las subunidades que forman las cadenas de polipéptidos, a su vez base de las proteínas, macromoléculas que participan en la composición estructural y las funciones vitales de cualquier célula.
A partir de los trabajos de Miller y Urey, se han realizado otros experimentos similares, en los que se han obtenido moléculas aun más complejas mediante el empleo de diversas fuentes de energía y una simulación más exacta de la hipotética atmósfera terrestre primitiva.
El trabajo iniciado en 1953 no sólo ha dado fundamento a la teoría evolucionista del origen de la vida, sino que ratifica puntualmente muchos principios elementales de las ciencias exactas, sobre todo de la química orgánica: en los experimentos, las subunidades llamadas monómeros estructuraron macromoléculas orgánicas por polimerización; así, los monosacáridos formaron carbohidratos, y éstos, junto con las bases nitrogenadas, nucleótidos. Los ácidos grasosos pasaron a constituir lípidos, aminoácidos, polipéptidos y proteínas.
Es fácil suponer que al incrementarse la producción de estos compuestos orgánicos y debido a que no existía ningún organismo que los consumiera o degradara en el medio primitivo, debieron acumularse masiva y aceleradamente en la «sopa primigenia»; su mayor concentración debió ocurrir en las zonas de poca profundidad, debido a la evaporación del agua.
Se cree que en ese medio se propició la formación de moléculas coloidales de mayor tamaño y complejidad estructural, compuestas por proteínas, carbohidratos y tal vez, alguna molécula precursora de ácidos nucleicos.

El evolucionismo y la ciencia genético

La teoría que hoy prevalece es la del transformismo o Teoría de la Evolución, según la cual, todas las especies derivan unas de otras, por selección natural y mutación.
JB LAMARK (1809) afirmó que las transformaciones de las especies son inducidas por la adaptación al ambiente, debidas al uso mayor o menos de ciertos órganos, y que las transformaciones inducidas en los individuos son transmitidas a la siguiente generación, cuando son comunes a los dos sexos.
En 1865, GREGORIO MENDEL abrió el campo de los estudios genéticos, al establecer las «leyes de la herencia» a partir de sus experimentos con chícharos, principalmente, las leyes «de la segregación» y «de la independencia». Sin embargo se ignoró el trabajo de este religioso alemán, hasta que WALTER FLAMMING (1845 1905) estableció que el patrimonio genético (constituido por la sustancia que llamó «cromatina») de cada célula corresponde en partes iguales al padre y a la madre, y en 1902 el citólogo WALTER S. SUTTON reivindicó por fin a Mendel, confirmando sus famosas leyes a la luz del descubrimiento de los cromosomas, presentes en espermatozoides y óvulos.
El zoólogo THOMAS HUNT MORGAN (1866-1945), ratificó a su vez que los genes presentes en cada célula, constituyen el patrimonio hereditario del individuo.
Algunos paleontólogos serios sostienen en estudios recientes que ciertos órdenes, clases y variedades de una misma especie que la teoría evolutiva considera derivados unos de otros, existieron a veces en un mismo periodo de tiempo, y que ciertas formas primigenias existieron sólo en la mente de los autores de las teorías.
Los genetistas son quienes plantean las mayores objeciones al evolucionismo, con base en la determinación del código genético, o número y orden de los cromosomas, pues es único e invariable en cada especie. Así, difícilmente se podría entender que haya una mutación tan radical en algún individuo que derivara en crías con un código genético distinto.

Panspermia

Esta teoría la propuso Arrhenius en 1908. Él propuso que la vida habría llegado a la Tierra en forma de esporas y bacterias provenientes del espacio exterior que se desprendieron de algún ignoto planeta; consideraba que el traslado se debió a las radiaciones del espacio. Aunque se ha tratado de encontrar estas esporas extraterrestres generadoras de la vida, no se han encontrado. Además, esta teoría explicaría la llegada de la vida al planeta Tierra, no así el origen de la vida.

Teleología

El principal exponente de la teleología fue el griego Aristóteles; a esta teoría también se le llama finalismo. Aristóteles planteó un sistema donde clasifica a los seres vivos de los mas simples a los mas complejos. Esta teoría presume la existencia de causas finales a las que obedecen los procesos del universo y que explican todo.
Como doctrina, se remota a la época clásica europea, y con base en ella ahora se han establecido desde hace siglos teorías sobre la existencia prehistórica de millones de especies desaparecidas, algunas de las cuales habrían sufrido cambios, es decir, evolución, siempre bajo el principio de acercarse más a la perfección.

Teorías creacionistas

Las teorías creacionistas proponen en general que todos los seres animados e inanimados del universo fueron concebidos y creados en algún remoto instante por un poder superior. La más antigua de este tipo que se conoce es la del fijismo, la cual establece que las especies que existen actualmente –si es que el hombre no las ha destruido– son las mismas que existen desde en el origen del universo, y serán las mismas hasta el fin de los tiempos.
Al célebre naturalista CARLOS LINNEO, pionero en la clasificación sistemática de los seres vivos, se le atribuye la frase tot numeramus species quot primum creavit Infinitum Ens: ‘contamos tantas especies cuantas al principio creó el Ser Infinito’.
Santo Tomás de Aquino es uno de los principales formuladores del creacionismo cristiano, según el cual la vida surgió por voluntad de un ser supremo, y los hombres, a imagen y semejanza de Él. Por lo tanto, no hay lugar para el concepto de la evolución.
Esta teoría, tomada del Génesis judeocristiano, habla de que todo sobre la Tierra fue creado por Dios, de una vez y para siempre, en el transcurso de seis días: en un principio nada existía, solamente Dios, quien por su inmenso amor decidió realizar una segunda Creación –la primera debe entenderse como la creación de todos los seres espirituales, o sea los ángeles, quienes no ocupan espacio alguno– y en algún momento decidió crear la casa que sería habitada por la creatura más perfecta después de Dios, el hombre, para lo cual hace existir de la nada el espacio, las estrellas, las galaxias y soles; todo lo que contiene el firmamento.
Después de esto, separa los días y las noches, poniendo a cada cual su «lumbrera»: el Sol para el día y la Luna para la noche.
Separa las aguas que cubren la Tierra y las deposita en su lugar, dando oportunidad para el inicio de la vida. Da la orden de que aparezca la vida vegetal, en todo lo que es tierra y en el mar; decide dar vida a seres más avanzados, los animales de toda especie que habitan en el agua, tierra y aire. Al ver que esto es hermoso, decide crear quien lo cuide, además de disfrutarlo y gozarlo como Él lo esta haciendo, y por fin, crea al ser humano, su obra más perfecta.
A partir de la Revelación, para los creyentes la vida que tenemos es prestada, sabemos tenemos que debemos regresarla al momento de nuestra muerte, y cada uno de nosotros dará cuenta de lo que hizo con esta vida terrenal. Como a los personajes evangélicos de las monedas, se nos premiará por las ganancias –si es que las tenemos– o seremos sancionados por las pérdidas –lo que más seguramente presentaremos–. Esto es cierto, creamos o no; el Creador es muy justo y nos dará en la muerte según lo que nos hayamos ganado en la vida. De aquí nada nos llevaremos materialmente, sino sólo cuanto hagamos de buenas obras hacia el prójimo y nosotros mismos.
Quienes dicen que no hay otra vida, lo hacen porque dan la espalda a la verdad. No quieren reconocer que somos polvo y al polvo volveremos. ¿Acaso estamos hechos de otra cosa? Somos materia finita, corruptible, mortal, no somos dioses. Pero también venimos de Dios y a Dios regresaremos... Si queremos, porque Él no nos obliga, para eso nos dio la libertad y siempre respetará nuestra decisión. De nosotros depende a dónde queremos ir, al Cielo o al Infierno, sólo hay dos caminos para el creyente. Existe otro, el del Limbo, pero a ése es sólo para quienes, siendo justos y virtuosos en vida, desconocen la verdadera religión y mueren sin Bautismo, o los niños que, sin más culpa que el pecado original, mueren sin bautizar. Así, que no te detenga el «que dirán»: si los demás quieren perder su alma y la de los demás, que a ti no te enreden, tu hijo tiene derecho a la salvación; Dios le dio la vida por tu medio, y tienes que sacarlo adelante no sólo en lo material.
La frase «mi alma está inquieta hasta que no descanse en Ti» es muy profunda. Medítala y verás que, al darte cuenta de su verdad sentirás un gran alivio en tus trabajos terrenales.

Implicaciones de entender la vida humana desde la Revelación

Hablamos ya de la vida física que Dios nos dio al crearnos, y la vida espiritual que nos comunica al recibir el Bautismo. Comentemos ahora algo sobre la participación de nuestros padres en hacer tangible esa vida física, al unir sus cuerpos en la procreación.
Sin la aceptación mutua y la colaboración explícita de nuestros padres, no existiríamos realmente, sólo estaríamos en la mente de Dios. Ahora bien, hay personas que existen sin la mutua aceptación de sus padres y quizás de ninguno; son los hijos no deseados, y muchos jamás verán la luz del día por una mala decisión de sus padres, no de Dios; por ejemplo, los concebidos a causa de una violación, a quienes por malos consejos e ignorancia se decide matar mediante el aborto, pensando que se «soluciona» una mala acción por medio de otra peor.
Un ejemplo opuesto, pero a cuál más negativo, es la manipulación de la vida in vitro, que hace a un lado algo de lo más sagrado, que es la dignidad del bebé, metido por meses y hasta años en un congelador, y la vida en familia, bajo el argumento de que hay derecho a tener un hijo a como dé lugar. ¿Quién dijo que a fuerza se debe tener un hijo para ser feliz, si Dios no lo dispuso así? ¿De veras entendemos lo que Dios quiere de nosotros?

Cuando a fuerza quieres tener un hijo, sea adoptado, concebido in vitro o «rentando» matriz, no estás consciente de los problemas que te traerá esa decisión, y más cuando tienes años de llevar una vida de hogar más o menos estable. Te dices: «Ya tenemos lo suficiente para darle todo al niño, ahora sí vamos por él». Después de todo el papeleo logras que te lo den, con pompa y platillos lo presumes, están contentos, hacen grandes fiestas infantiles; todo marcha muy bien los primeros días y meses. Pero en algún momento se dan cuenta que ya no pueden salir al cine, a comer con los amigos; se enferma el niño y gastan mucho, se desvelan; hay que levantarse por el biberón, «yo no, tú», «estoy cansada», «estoy cansado»... Pasan los días, el niño exige cada vez más, «no he estrenado por darle al niño», «mis amigas ya no me hablan», «cada vez más estoy más encerrada por el niño»... Llega el momento en que uno u otro dice «hasta aquí, tengo derecho a divertirme, visitar mis amigos (amigas); si tú quieres atiéndelo, si no, es tu problema; no es “mi” hijo, tú lo querías, yo no»... La estabilidad que había se pierde y empiezan nuevos problemas, todo por tener un bebé a fuerza.
In vitro: el costo de embarazarte, la molestia para ti y tu marido por la manera de obtener los espermatozoides y el óvulo; ¿estás segura de que no abortarás? ¿Aguantarás el embarazo y después todo lo que conlleva atender a ese hijo que llevas en las entrañas? ¿Estás dispuesta de corazón a dejar todo para dedicarte a un niño que no tiene la culpa de tus decisiones? ¿Lo sabrás llevar por la vida con buena educación y buen ejemplo hasta que sea un hombre o mujer de provecho para Dios y los hombres? Piénsalo bien, porque no se vale arrepentirse después.
Se dice que el in vitro y otras técnicas de fecundación asistida son para «aliviar la infertilidad»... Pregunto: ¿quién dijo que la infertilidad es una enfermedad? ¿Cuándo se ha visto que una mujer muera «de infertilidad»? Estamos tan endiosados con nosotros mismos, que porque tenemos los medios necesarios creemos debemos hacerlo, sin tener en cuenta los riesgos inherentes de un embarazo: quizás aguantes los malestares que conlleva la obtención de los espermatozoides o la inoculación de éstos en tu cuerpo, pero ¿aguantarás toda la vida el llevar en la conciencia esos hijos tuyos que por tu necedad tiraron a la basura, o están congelados esperando que alguien se compadezca de ellos, o a que los despedacen en un laboratorio para sacarles las células madre? Porque esos embriones también son hijos tuyos.
¿Cuántos embriones se pierden para que sólo se adhiera uno a la matriz? ¿Lo sabes? Los que «sobran» son tus hijos también, ¿los matas? Un hijo no es un muñeco que cuando ya no quieras lo tiras y ya; es una responsabilidad muy grande. ¿Te preparaste para esto, o lo quieres sólo porque tienes dinero para «comprarlo»? Yo te digo: el dinero no es la vida, sino sólo vanidad. ¿Ésa es tu vida?
Si «rentas» una matriz, ¿estás segura que después del parto te darán el niño? ¿Lo querrás igual, a pesar de que no lo formaste en tu propio vientre durante nueve meses, no sentiste sus «pataditas», los achaques, y lo que es más, quizás ni tuviste esas relaciones sexuales llenas de amor por medio de las cuales se concibió ese hijo tan esperado? ¿Estás consciente de todo esto?

Bibliografía

[Mismas observaciones que para el capítulo anterior]

1. Génesis 1, 1-31.
2. Elio Sgreccia, Manual de Bioética, pp. 67-102. Diana, 1996.
3. Mónica López Barahona y Ramón Lucas Lucas, El inicio de la vida, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, pp. 7-8, 1999.
4. Editores Católicos de México, Catecismo de la Iglesia Católica, artículo 7, pp. 446-462, 1999.
5. Michel Schooyans, El Evangelio frente al desorden mundial, pp. 271-285, Diana, 2000.
6. Raúl Garza Garza, Bioética, pp. 189-199 y 201-215, Trillas, 2000.
7. Hugo Wast, Autobiografía del hijito no nacido, colección «Valores Literarios», UAG, pp. 69-90, año 2001.
8. Fernando Cuen Barragán, Apuntes antropológicos, pp. 18-42.

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